domingo, 25 de septiembre de 2011

Le doleur exquise


Me fui a la cama a la 1.
A las 2 y media seguía despierta.

No quedaban palabras. Las habíamos dicho todas.

Después de hacer el amor, supe que se había acabado.

¿Había amado a Big alguna vez? ¿O era adicta al dolor, al exquisito dolor de querer a alguien tan inalcanzable?

-Eh, ¿que haces ahí?
-Vete a París, yo no voy a ir. No finjamos ser algo que no somos. Da igual.
-Ven a la cama.

Quería ir con él, pero me sentía como si estuviera atada a la silla. Una parte de mí me estaba sujetando, sabiendo que había llegado demasiado lejos, que había llegado a mi límite.


Y se acabó. Me había desatado de Big. Era libre. Pero no había nada de exquisito en ello.


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