Por más que me tapo sigo con frío. Por más que se me corta la respiración mis pulmones siguen funcionando. Sigo palpitando. Sigo viviendo.
Aunque no tenga ningún interés, ya que no me sirve de nada.
Mis ojos secos y enrojecidos permanecen abiertos. Mi cuerpo sigue frío y mi alma sigue arañada.
Podría cortar por lo sano y conseguir curarme, o podría seguir con esta relación que poco a poco va a conseguir matarme, que por mucho que esté con él me sentiré sola ya que nunca será mío.
Después de hacer el amor, supe que se había acabado.
¿Había amado a Big alguna vez? ¿O era adicta al dolor, al exquisito dolor de querer a alguien tan inalcanzable?
-Eh, ¿que haces ahí?
-Vete a París, yo no voy a ir. No finjamos ser algo que no somos. Da igual.
-Ven a la cama.
Quería ir con él, pero me sentía como si estuviera atada a la silla. Una parte de mí me estaba sujetando, sabiendo que había llegado demasiado lejos, que había llegado a mi límite.
Y se acabó. Me había desatado de Big. Era libre. Pero no había nada de exquisito en ello.
Cómo es posible que querer tanto a alguien te destroce así.
No me explico como he podido terminar así de harta... harta de hacerme interminables preguntas.
Harta de que tu indiferencia vaya a acabar conmigo. Harta del miedo que me impide contártelo, ya que si esto se acaba, se acabarán también mis ganas de vivir.
Agobio... esa sensación que te sube por el estómago hasta exprimirte del todo.
No saber que va a pasar.
A veces no es malo, te crea una fantástica sensación de incertidumbre.
A veces desearía ahorrarme estos malditos contratiempos. Este horrible sinsentido que me empuja a querer saber más y más de él, de su pasado y de sus sentimientos hacia mí.
Porque hasta que no esté realmente segura de lo que él siente, no me puedo quedar tranquila. Porque soy una estúpida enamorada que no quiere perderle.
Por fin soy capaz de dormir por las noches desde que te fuiste.
Por fin he conseguido aceptar que todo fue una enorme mentira, ya no me provoca tristeza ni enfado verte, simplemente indiferencia.
Antes la desesperación provocaba que me echara las culpas de todo, ahora he comprendido que si alguien tuvo la culpa de lo que pasó fuiste tú.
Por fin he dejado de martirizarme a mi misma. Se acabaron los recuerdos nostálgicos ahogados en vodka. Se acabaron las lágrimas empañadas en Rammstein y en Tool.
Por fin se acabó todo. De lo único que me arrepiento es de que no hubiese ocurrido antes, ahora ya estaría totalmente cicatrizada y anestesiada.
Ya no te guardo rencor, al contrario, me das muchísima pena, y ojalá que sigas con ese alguien tan especial para ti que se te asemeja tanto. Espero que puedas dormir con tranquilidad, yo en tu lugar no podría.
Un día mi padre me dijo: no subas hasta el cielo y tampoco bajes hasta las tinieblas.
Creo que fue en esa época cuando empecé a enamorarme sin sentido, a hacer promesas temporales y a vivir en una montaña rusa permanente.
Ojalá pudiera vivir sin todo esto, a pesar de que me perdería las mejores sensaciones, viviría tranquila, feliz, sin cargarme amistades y sin hacer daño a la gente.
Aún no sé distinguir bien un amorío estúpido de un rollo momentáneo, o del amor. Es rara mi forma de amar. A veces es bastante duradera, suele ser pasional pero no me garantiza estabilidad.
Me provoca mucha angustia, me siento que estoy jugando con la gente y no me gusta, intento siempre mirar a favor de los demás pero cuanto más me reprimo más se enciende mi llama y más difícil me es controlar mis ataques impulsivos.
Cada vez voy más rápido, cada vez me encariño con más profundidad y ligereza, cada día que pasa me intento volver más y más fría sin hacer caso a lo que sienta, porque no sé cuanto van a durar esos sentimientos. A cada momento me desespero más. El amor es mi droga y cuando no estoy empapada de ella me asfixio sin su magia.
Ahora no quiero comprometerme, por miedo a no saber si estoy haciendo lo correcto. Ahora no confieso mis sentimientos, porque no sé cuales son. Ahora ya no digo te quiero porque no sé cuando caducará. Ahora me siento en el cielo cada vez que le abrazo y que le saboreo, pero no puedo hacer nada de esto por miedo a herirle.
Es raro. Toda esta situación es rara. Sé que parezco una estúpida pero eras la última persona que me esperaba que reaccionara así al verme. Que me apartaras la mirada con frialdad. Que sigas tu camino sin interés en hablarme. Que te sea tan fácil todo esto.
Parece como si no me conocieras. Como si todo este tiempo juntos hubiera sido en vano. Como si pensaras que si vienes a hablar conmigo me voy a ir. Como si pensaras que si vienes a darme un abrazo me voy a apartar.
No sé que hacer ante todo esto. No te imaginas lo que te echo de menos, el poco tiempo separados ha sido un largo trecho que he tenido que ir superando sin tu ayuda, poco a poco me voy haciéndome a la idea que todo ha acabado. Que no vamos a volver a hablar, más que nada porque sé que no tienes intención de hacerlo, y yo tampoco tengo muchos ánimos. En fin, ha sido todo bastante desconcertante, pero así son las cosas. Esto me ha echo darme cuenta de que por muy sólida que parezca una relación, se puede romper muy fácilmente por cualquier tontería.
Te lo mereces, irresponsable, me haces sufrir, no eres consciente de tus actos, me amargas la vida, te corre veneno por tu sangre, egoísta egoísta egoísta.
En fin. Ya no sé como mi organismo ha sobrevivido a tanto. No sé como lo he soportado pero así ha ido todo. Tampoco sé si esto me dejará alguna tara tipo sentimental. Cada herida sangra más, y se hace más turbulenta. Al final creo que podréis conmigo, lo que aún no tengo muy claro es que si todo me hace más fuerte e inmune ante todo lo que me decís, o si cada insulto profundiza más.
Demasiado fácil decirlo. Demasiado difícil cumplirlo. Demasiado complicado olvidarte. Demasiados recuerdos que compartir contigo, mi amor, y a pesar de que lleguen otros que intenten sustituirte, jamás ocupará nadie ese hueco especial que conseguiste en mí. Fuiste único. Nunca compartí tanto con nadie y me juré a mi misma que lucharía para no perderte. Fuiste más que un amante. Fuiste más que un amigo. Fuiste más que un hermano. Fuiste más que un apoyo. Fuiste más de lo que te puedas imaginar, pero ten certeza de que nunca podré borrar de mi mente aquellos detalles que tenías solo conmigo, que me hicieron sentirme única.
Aquellas tardes solo para nosotros, cuando me recogías y se nos iba la noción del tiempo, cuando solo me contabas aquellas cosas a mí, cuando te confesé aquel secreto y estuviste una noche conmigo hablándome y consolándome, y podría citar mil recuerdos más.
Por mucho que no nos hablemos, por mucho que me haya jodido lo que me hiciste y por mucho que dije, ten por seguro de que nunca dejaré de quererte.
La verdad... es que después de todo averiguo que al final todo ha sido un absurdo inimaginable.
En fin. De todo se aprende. Yo no hago más que resbalarme, así que no paro de aprender. Ojalá me pudiera librar de este orgullo limitante, que me dice que pare de intentarlo. Ojalá me pudiera librar de esta sensación intensa que me guía hacia él, que necesita saborearle y que me obstruye la alegría.
Ojalá me pudiera librar de todo. De todas estas emociones estúpidas que me llevan al fracaso. Simplemente todo es una situación caótica en la cual mis sentimientos potenciales giran en torno a mi y me dominan, las cuales la mayoría me hacen infeliz. No tiene sentido seguir luchando con un porcentaje de un 90% de que tendré un no. Y luego el orgullo. Ese orgullo que me frena y combate con el resto, el cual me guía al abandono para no quedar en mal lugar.
Daría lo que sea para que me extirparan toda esta mierda.
Yo personalmente puedo confiar ciegamente en una persona que luego me sorprendo cuando me demuestra que no es digno de ese privilegio.
Lo peor es saber que esta pasando algo, algo que está jodiendo esa relación tan especial, y no saber como comportarte ni como actuar ya que eso no depende de ti.
Lo peor es no controlar esos factores. No poder evitar si él vuelve a hablar con ella, y tú mirando como una simple espectadora.
La sensación que tenía antes de que pasara todo esto está volviendo, y no puedo controlarlo.
Cada vez confío menos, me desespero más y le amo con locura.
Yo siempre he seguido unos mismos principios, el respetarte a ti mismo y el saber darle la patada al que no te respete.
Pero hay ocasiones en las que alguien te falla, y por cuestiones que te sobrepasan, te tienes que aguantar y admitir esos fallos de la otra persona. Aunque sea una traición.
Aunque ese fallo te hunda en la miseria y destroce tu mundo.
Yo acabo de pasar por esto, y volver a aceptar tener la misma relación que antes con esa persona, ha sido lo más gratificante que me ha ocurrido en mucho tiempo.
Aunque rompa todos mis principios que he estado cumpliendo a lo largo de mi vida.